Mi hija tiene diabetes

8/24/2006

¿El por qué explicarlo?

He defendido en diversas ocasiones que en la vida hay que tener un plan B. En los cánones sociales entra formarte y permitirte convivir con los semejantes en un estándar de vida “normal”. En general a la gente se le prepara para no tener un plan B, y que confíe en un suprapoder que le solucione la situación si su proyecto de vida se desvía. Por eso, a mi juicio, el común reacciona de forma “antinatural” ante cualquier hecho luctuoso. Uno de los momentos en que es más importante tener una alternativa es con los hijos. Se decide tener hijos para verlos crecer, aprender, jugar que se hagan hombres o mujeres de provecho y envejecer malcriando nietos. Cualquier perturbación afecta en sobremanera más que las que te puedan pasar en otros aspectos de la vida (pareja incluida). Las personas con las que comparto algo adoptan la negación cómo estrategia de defensa ante preguntas del siguiente estilo ¿Tienes previsto que tu hijo nazcan con malformaciones invalidantes? ¿Eres consciente que tu hija puede contraer una grave enfermedad? Normalmente me contestan que no quieren pensar en eso, que ya lo harán si les viene o directamente que aleje un mal fario.

Pero como la realidad es cruda y tozuda, resulta que en esa lotería que es la vida y sus vicisitudes, me ha tocado a mí. Tengo una hija (mi única hija) con diabetes. Pasé en unas horas de tener una niña sana a tener una niña con una enfermedad crónica y, hoy por hoy, incurable, que le cambiará su vida y la vida de la que la rodean. Es decir, tuviera o no tuviera un plan B, este se ha tenido que activar.

Tener un hijo con una patología de este tipo provoca un conjunto de sensaciones y experiencias que quienes no las hayan vivido seguramente no las pueden tener presentes. Pero (en este caso por desgracia) los protagonistas podemos explicarlas y compartirlas. Y yo lo voy a hacer desde el punto de vista de una figura que está “demodé”, cuando no en clara decadencia, como es la del padre. Y compartiré mis vivencias para que otros sepan lo que pasa, para recibir otras que sean similares o diferentes, para recibir y dar consejo, y para la válvula de escape que te da la escritura a la tensión vivida. Y sobre todo, para que los que se puedan encontrar en mi situación presente o futura (la rueda de la fortuna de la vida sigue dando vueltas) tenga otro referente de los muchos que recibirán.
Como quiero ser riguroso, mis explicaciones irán sobre todos los aspectos, desde los más íntimos, hasta los técnicos (en mi medida), formativos, asistenciales, económicos y cualquier otro que en el momento de darle al “power” del ordenador se me ocurra. Pero como el escorpión de la fábula, no puedo desprenderme del carácter que tengo, y alguno recibirá estopa (ya tengo alguna lista preparada de candidatos). Como la explicación se hará a casi tiempo real (debo recopilar las últimas semanas), pueden haber días sin novedades. Ya sabemos que la paciencia es una virtud.

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